COSAS SORPRENDENTES QUE PUEDEN EXTENDER TU VIDA
El tiempo extra en nuestras manos nos da la oportunidad de aprender y hacer nuevos propósitos de vida para cuando salgamos de esta grave crisis.
En el confinamiento obligatorio que nos toca vivir por el Covid-19, vale la pena reconocer que ciertas comunidades relativamente aisladas del resto del mundo son las que mantienen las tasas más altas de longevidad. Ellas son: Ikaria, una isla griega; Okinawa en Japón, Cerdeña, Italia; una comunidad de Adventistas del Séptimo Día radicada en Loma Linda, California; la península de Nicoya en Costa Rica y también el Valle del Hunza al norte de Pakistán.
Muchos estudios arrojan comunes denominadores entre estas poblaciones que ostentan los más altos porcentajes de personas centenarias. En situaciones normales los criterios a continuación detallados abajo serían el norte para aportar no solo años a nuestra vida, sino años de calidad. Hoy, la mortalidad, está a la vuelta de la esquina, pero el confinamiento y el tiempo extra en nuestras manos nos da la oportunidad de aprender y hacer nuevos propósitos de vida para cuando salgamos de esta grave crisis.
Son estos los factores:
Adiós al sedentarismo. La actividad física diaria aumenta la longevidad. El sedentarismo la reduce. Sentarse frente a una pantalla por más de seis horas al día reduce 4.8 años de vida. La actividad física se traduce en amplios beneficios.
La sudoración causada por el ejercicio es muy buena, pero se obtiene un efecto en el sauna. Un estudio publicado en 2015 en el Journal of American Medical Association analizó muestras de 2 mil pacientes en edad media, durante 20 años, y encontró que el uso regular del sauna, indicaba una marcada disminución de enfermedad coronaria y de muertes.
A pesar de la cuarentena, encontremos una rutina diaria de ejercicio. Los corredores, por ejemplo, tienen entre un 30% a 45 % menor riesgo de muerte. Así mismo, la actividad física en equipo como el tenis o el golf, según revela un estudio publicado en la revista Mayo Clinic Proceedings, aumentan la longevidad al aportar el factor relaciones sociales.
Fortalezca sus lazos de amistad. Compartir con amigos es tan saludable como dejar de fumar; mejora la salud mental y la respuesta inmunológica. Recibir abrazos, sobretodo de alguien que aprecias y quieres, incrementa la hormona del amor, oxitocina, la cual reduce la presión arterial.
El pasar tiempo con amigos y reir juntos logra que los niveles de endorfina aumenten, así pues, las personas sociables tienen un 50% mayor de sobrevivencia por ocho años o más que los que no la tienen.
Además, tener una mascota se asocia a un riesgo cuatro veces menor de enfermedad cardíaca. La sensación de cariño y compañía reduce el riesgo significativamente. También el masaje relajante incrementa la inmunidad de las células blancas, disminuyendo la hormona del estrés, el cortisol. El consumo de té de manzanilla también induce la reducción del nivel de esta hormona.
Protegerse del sol. Debemos usar bloqueador solar para rayos UVA y UVB. No solo retrasa la aparición de arrugas sino que reduce en un 50 % el riesgo de cáncer de piel y melanoma.
No fumar. Un estudio del 2015 evidenció que fumar es mucho más letal de lo que ya se pensaba por previas publicaciones. que lo antes publicado.
Una vida espiritual. La oración y la meditación reducen el estrés consiguiendo aumentar los niveles de telomerasa, que es la enzima que aumenta el tamaño de los telómeros, la capa protectora de los cromosomas. Mientras más larga sea la cola del telómero, más largo será el ciclo de vida celular. Además, la paz que da la vida espiritual se refleja también en una personalidad serena.
Quienes tienen una personalidad iracunda aumentan su riesgo cardíaco. Aquellos que no controlan sus emociones y que “explotan” ante una mala noticia, por ejemplo, tienen 8.5 veces más oportunidades de desarrollar un evento cardíaco en las siguientes dos horas. Y, este porcentaje es más significativo en adultos mayores. Al elevarles también la IL-6, hormona inflamatoria. Dormir cada noche un sueño reparador también es clave.
Somos lo que comemos. Y lo que bebemos. Lo anterior pesa más que la genética. Comer mucha carne resta longevidad. El uso de barbacoas está asociado a la liberación de sustancias cancerígenas, pero si la carne es marinada previamente en jugo de limón fresco se logra reducir en un 70% ciertos carcinógenos como aminas y antraciclinas.
Son las dietas vegetarianas las que disminuyen los rangos de obesidad, cáncer, diabetes e hipertensión. Dietas ricas en granos hacen vivir más, al tener gran cantidad de proteínas y vitaminas. En un estudio hecho en 76 mil mujeres, cuya dieta incluía una ingesta alta de granos, se obtuvo un 20 % menos de muertes que en el grupo del control, al reducir sus niveles de colesterol y presión arterial.
Además, incluir grasas saludables es importantísimo. Comer la grasa adecuada incrementa la longevidad. Personas con niveles altos de DHA, EPA y DPA (ácidos grasos libres encontrados en pescados) tienen un 35 % menor de riesgo de muerte por enfermedad cardíacas. Investigaciones nuevas favorecen el consumo de leche entera más que el de la baja en grasa, con evidencia de que no incrementa el riesgo de enfermedad coronaria, diabetes 2 u obesidad. Además, comer siete porciones diarias de vegetales y frutas reduce el riesgo de muerte en 42%.
La inclusión de antioxidantes en la dieta diaria es de elevada importancia. Frutos morados o rojos intenso como blueberry o arándanos son indicados.
El café también es un antioxidante mayor. Reduce el riesgo de muerte en un 10 %, en edades de 50 a 71 años, al tomar de dos a tres tazas al día.
El té, especialmente el té verde, protege el corazón y reduce en un 26% los riesgos de falla cardíaca; cuatro a cinco tazas al día reducen la presión arterial.
Beber con moderación tiene también sus ventajas. Dósis bajas de alcohol aportan resveratrol, disminuyen el riesgo de enfermedad coronaria, demencia y derrames al aumentar el flujo sanguíneo y disminuir la presión arterial, según la American Heart Association.
El ambiente de trabajo afecta la salud del corazón: Ambientes agradables. reducen significativamente el riego cardíaco. Las personas que trabajan muy duro en trabajos que les llenan, tienen una vida más larga.
Los resultados del Longevity Project demostraron que aquellas personas productivas, perseverantes, con niveles de ambición saludables y que trabajan fuerte tienden a vivir más contentos y saludables.
Por último, sentirse útil. El pensar en otros tiene efectos positivos para la salud propia. Mientras más haces por los demás más recibes para ti.
El voluntariado regular reduce en un 22% los riesgos de muerte temprana. Disminuye la depresión. Y, está comprobado que la avaricia aumenta la frecuencia cardíaca, el cortisol y el estrés.
Hacer donaciones mejora e incrementa el flujo sanguíneo y la activación cerebral en regiones de placer en el cerebro. No acapares comida solo para ti, ayuda y regala alimentos y para mantener bajos tus nivele de cortisol, no te mantengas pegado a las noticias en estos momentos. Una dosis diaria es sana. Más, no.
Sobre los autores: El doctor Luis Daniel Crespo es cirujano plástico y reconstructivo. La doctora Tatiana Crespo es especialista en medicina regenerativa, antiaging y nutrición. Ella comparte información y consejos de salud en su cuenta @livelongpty